Con toda el alma
Viernes 18 de marzo del 2022. Misa de ordenación sacerdotal.
Realmente es muy loco pensar que Dios tiene pensado este momento desde la eternidad… pero quizá más loco es experimentar la magnitud de semejante regalo, semejante derroche de amor para con alguien que “ama como puede”. Una de las consignas del retiro de ordenación fue reconocer a Dios en mi historia. El mismo Dios que llamó a Pedro – ese pescador de carácter fuerte y también a nuestro Obispo - , a Maximiliano, Vicente, José, Teresa o Marta. Algunos que conocemos y otros tantos, tantos, que no. Reconocer a ese Dios en mi historia y ver mi historia como historia de salvación. Ciertamente el día de hoy es un día muy importante de esa historia. Viernes 18 de marzo de 2022 a las 21:17 es un momento que voy a poner en cualquier línea del tiempo; un momento del que, Dios me de la gracia, difícilmente me voy a olvidar.
¡Gracias Señor, por tu llamado! ¡Gracias Señor por tu amor desmesurado derramado sobre mi vida!
¡Gracias Señor por tu Iglesia! Una Iglesia que es Santa y pecadora, que es familia. Tan llena y a la vez tan necesitada de Vos. La Iglesia en la que, y a la que, me quiero entregar.
Un amigo me dijo una vez que le gustaba mucho el verbo italiano “Spezzare”, que aparece en la plegaria eucarística. Nuestro partir. ¨Partió el pan”. Porque de fondo, me decía él, tiene la idea de partir con las manos, la idea de desgarrar. Estrictamente “des-pedazar”. La Iglesia por la que deseo que mi vida sea partida, desgarrada, sea despedazada… y no por algunos, sino por todos.
Por esa Iglesia ¡Gracias! Y a esa Iglesia que hoy es testigo de tanto amor ¡Gracias! Gracias a todos. Familia; amigos; parroquias, especialmente a la Pquia. Natividad del Señor que acompaña mis primeros pasos en el ministerio. Movimientos. Colegios [Obra Educativa Parroquial, CSTA, CSME] Profes y alumnos, que en este corto tiempo me han enseñado que las aulas, los pasillos y la sala de profes es un lugar donde también se puede – y se necesita- entregar la vida como sacerdote. A mi querido Seminario San Pedro y San Pablo. Saben que el caliz principal, que me entregó el obispo, es el caliz del seminario. Un caliz del que, a lo largo de la historia de nuestra diócesis, tantos hemos bebido y ante el que tantos hemos rezado. ¡Gracias! Y nos invito a rezar por ellos: Gonzalo, Manu, Ricardo, Jorge, Alejo, Franco, Augusto, Marcos. Y también a los que vendrán. ¡No tengan miedo! Confíen y sonrían. Dios es fiel.
Gracias a las comunidades religiosas que tanto han rezado, y rezan, por nosotros.
Gracias diáconos. Gracias hermanos sacerdotes. Gracias Mons. Justo. Gracias Mons. Pedro.
Quiero agradecerles y también quiero pedirles que recen por mi.
Cuando rezaba para elegir el lema “hoy estarás conmigo” (Lc 23, 43) por un lado quería tener el corazón de ese hombre que consciente de su miseria la reconoce y se tira confiado al abismo del Amor de Dios, y por el otro también escuchar esa voz de Dios que realmente no abandona y abraza. Hoy y siempre estarás conmigo. Capaz suena fuerte, pero no se si le pido al Señor la gracia de ser un cura apasionado, porque las pasiones son muchas, incluso algunas no tan buenas. Son viscerales, y se acallan cuando se va acallando la vida. Si sé que le pido al Señor la gracia de ser un cura enamorado, embebido por el amor. El amor tiene algo de visceral, pero también tiene decisión, elección, voluntad… y hacia el final de la vida, aún susurrando, grita. Un cura que experimente su miseria y la certeza de saberse amado profundamente por un Dios que lo da todo por él. Saberme miserable, saberme muy amado y ser, para los demás, sacramento de un Dios y de una Iglesia con los brazos abiertos. A todos. Como vengan. A modo de consagración le robo a Pironio unas hermosas palabras a María. Las dije sin saber mucho de qué se trataba, allá lejos a los quince años. Y muchos de los que estamos acá también las hemos repetido a lo largo de nuestra historia. Si alguno las sabe lo invito a que las volvamos a decir juntos.
Muchas gracias, Señora, por tu fiat: por tu completa disponibilidad de esclava por haberte quedado con nosotros a pesar del tiempo y las distancias. Señora del silencio y de la cruz Señora del Amor y de la entrega Señora de la paz y la esperanza. [que supiste escuchar, responder y partir] Enséñanos María la gratitud y el gozo de todas las partidas Enséñanos a decir siempre que sí con toda el alma
Con toda el alma,
Gracias.
Padre Alejo Tomás Moreno.